Moses Rubin: elogio de la madurez prematura

Algunas de las mejores canciones de la edad moderna miran hacia atrás. Los Beatles lanzaron un single para la historia: Strawberry Fields y Penny Lane. Eran dos caras muy distintas de una misma búsqueda en el pasado, las puertas de una introspección alentada por el porro que Dylan compartió con los de Liverpool para abrir nuevos horizontes poéticos.

Y ese horizonte nuevo estaba justo a la espalda. Esa vanguardia se agazapaba en los viejos días de la infancia. El recuerdo de los días felices se vestía de calles, parques, pubs, plazas, ríos o ciudades. Muchos artistas se sumaron a esos vistazos musicales por el retrovisor. Por citar sólo unos ejemplos, los Kinks cantaron al número 6 de Denmark Terrace, a la derecha en Fortis Green Road. Allí, en Muswell Street, nacieron los hermanos Davies.

A varios miles de kilómetros, Tom Waits utiliza las ciudades como elemento clave de sus composiciones. “Estás escribiendo una canción y necesitas una ciudad, y miras por la ventana y ves ´Saint Louis Cardinals´ en la camiseta de un chico. Y te dices, oh, utilizaré eso”, ha contado el californiano. Las toponimias abundan en toda la obra de Waits, inyectando verosimilitud a las narraciones, siendo a veces ciertas, a veces no. Esta afición urbana es tan fuerte que existe una web dedicada a las referencias geográficas de sus composiciones: tomwaitsmap.com. Bruce Springsteen tomó prestada, precisamente de la mano de Waits, su Jersey Girl, una ciudad próxima a Nueva York que también marcó su carrera y el destino de El Jefe.

Pero quizá el músico que ha llegado más lejos en insuflar emociones a espacios físicos es Van Morrison. El irlandés ha comprendido como pocos que el tiempo es el gran problema existencial. Lo es para cualquier ser humano consciente de su vulnerabilidad, pero sobre todo es una de las mejores materias primas que los grandes músicos modelen sus sueños. La música de Morrison siempre ha hurgado en los pliegues de la memoria. El irlandés ha compuesto docenas de canciones que evocan rincones concretos de su infancia y siempre ha demostrado una capacidad extraordinaria para rescatar momentos del ayer. Podría decirse que es el Marcel Proust de la música, imitando también a las pinturas rupestres en el empeño por capturar el tiempo y convertirlo en arte.

El León de Belfast construye melodías y letras que cristalizan en un regreso emocional muy intenso al pasado de cada cual. Ahí, en ese viaje personal a la patria infantil, caben el misterio y la luz, la amargura y el dolor, la pérdida y la esperanza, lo intenso y lo complejo. Para el Tío Vinagre vale todo: unos arenques de algún rincón de la geografía emocional (Coney Island). O una pérdida con nombre de hospital y una visión apocalíptica (Saint Dominic´s Preview). O una calle (On Hynford Street o Cypruss Avenue). “El único tiempo es ahora”, repite y repite durante sus interpretaciones de On Hynford Street, la calle donde nació.

Leeds, nuevo disco de Moses

Moses Rubin se ha sumado a este viaje emocional de tantos artistas y ha vuelto su mirada hacia atrás. Su corazón y sus dedos se han posado sobre Leeds, el nombre de su nuevo disco y de la ciudad inglesa donde plantó sus raíces como artista. Confirma con estas cinco canciones que es un nombre de primer orden dentro del panorama musical de nuestro país.

Moses Rubin (realmente Moisés en inglés) procede del amor al blues, un género que precisamente llora la pérdida del hogar. Nació hace 27 años y sus padres tatuaron en los tímpanos del niño el Help de los Beatles. Ese respeto a la tradición se suma al tono innovador y arriesgado que elabora Moses con una madurez chocante.

Moses Rubin - Leeds
Moses Rubin – Leeds

Se mudó hace tiempo a Inglaterra y su estancia en Leeds fue un máster vital que le rescató para la causa sonora, espoleado también por el amor de una compañera que le empujó en el camino de vuelta hacia la música. Luego, poco a poco, de forma artesanal modeló su primer disco largo, Subtle Atmospheres, con ocho composiciones de primerísimo nivel. El CD se publicó en 2016 y dispone de una preciosa portada, obra de Cecilia González, también responsable de la cubierta de Leeds. Se nota en cada pieza un trabajo exhaustivo, un obsesivo pulido de cada sonido, de cada acorde, de cada aliento: tardó ocho años en parir Subtle Atmospheres.

Moses es un apasionado de la guitarra, instrumento que domina con asombrosa precisión, si bien no deja que se mueva ni un pelo de su abundante barba cuando ejecuta unos solos sobrecogedoramente poderosos cuando opta por el formato eléctrico.

Pero el instrumento de Leeds es la guitarra acústica, además de ofrecer una voz contundente, muy personal, a la que muchos encuentran parecido con las de Cat Stevens o Nick Drake. Y lo cierto es que no anda lejos de tan fabulosas referencias.

Lo cuenta Moses: “Este es un álbum de melancolía y tristeza cuyas canciones tienen un punto en común: Leeds. Todas ellas, o bien fueron escritas allí, o fueron creadas con el objetivo de describir sus lugares, su gente y sus situaciones”.

Moses se alza como el Príncipe de los Arpegios en composiciones como Southern Land o My Room, canciones nacidas “del anhelo de aquel que se sabe lejos de casa”. La otras tres nuevas piezas, Leeds, The Intermediate y Transpennine Express, surgieron de “la necesidad de plasmar mis sentimientos hacia esa ciudad a través del tiempo y la distancia. Una vez más, he sido fiel a mi premisa de definir mis canciones como atmósferas, algo que se hace evidente en algunos pasajes del EP. Así, si The Intermediate busca trasladar al oyente a un peculiar y acogedor lapso de tiempo en el cual la ciudad entra en pausa coincidiendo con el atardecer, Transpennine Express es una invitación a un viaje ferroviario surcando las colinas de Yorkshire”. Abundan, por cierto, las referencias ferroviarias en la obra de Moses. En directo suele versionear de forma tremenda el legendario One After 909 de los Fab Four.

Leeds da nombre a este flamante EP y se conforma como “la crónica de una maduración que toma la forma de un paseo por la ciudad y mis recuerdos de ella. Su grabación fue un trabajo bonito a la par que duro. Algunas de las sesiones comenzaron a última hora de la tarde y se prolongaron hasta pasada la medianoche. Admito que, en algunos momentos, tuve miedo de ser incapaz de preservar la esencia de las canciones. En cualquier caso, he terminado por pensar que esos sentimientos de tristeza y cansancio quedaron reflejados en la música e, irónicamente, contribuyeron a reforzar el espíritu del álbum”.

Esta prematura madurez del joven Moses, siguiendo la estela de los grandes maestros, la valora como “el trabajo más honesto que he hecho hasta la fecha. Un bonito ejemplo de ello es que todas las canciones fueron grabadas con mi guitarra Giannini de 1971, que compré una tarde de septiembre de 2014 en Big Deals, una tienda de instrumentos de segunda mano en The Headrow”.

El nuevo EP suma cinco bellas miradas hacia el pasado, cinco dedos que tratan de acariciar el tiempo perdido que no volverá, pero que sirve de motor para ver nuevos amaneceres.

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Miguel López

Miguel López se dedica al periodismo desde hace treinta años. Con experiencia en radio, televisión y prensa escrita, ha publicado numerosas colaboraciones en medios periodísticos y editoriales. Es autor de Imposible Vivir Así (Sílex) y Los Coppola (La Linterna Sorda). También ha publicado Viaje a Caledonia (editado por Fundamentos), junto a Isabel López.

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