Hablemos de series británicas
De acuerdo, lo reconozco. Lo admito.Lo confieso pero es que no puedo evitarlo: siento una fuerte fe ciega a la series británicas.
En realidad fue un proceso natural, casi inconsciente, una cosa llevó a la otra y me descubrí mirando cualquier serie británica sin importarme la trama. Como el que lo hace sin hambre, comiendo sin masticar ni saborear. Es de locos, dirían algunos. Pero en el fondo sabía que tramas, historias y géneros a parte, nunca me defraudarían.

Hay que tener en cuenta el trato de los británicos en ofrecer buenas historias. Al fin y al cabo, no deja de ser una de las cosas más importantes: las palabras. Para ello, no tienen miedo ni reparo en dar oportunidades a jóvenes que intentan sacar la cabeza en este mundo despiadado y les ofrecen relativa libertad creativa. Del mismo modo, es el caso de los directores/as, actores y actrices. ¿Cuántos han tenido su debut en una ficción inglesa?
Pero lo que más llama la atención, por si no hay razones suficientes, es la capacidad que tienen en abordar cualquier género sin ningún tipo de escrúpulo. Siempre encuentran una nueva manera de explicar un drama, una aventura, algo de ciencia ficción o un thriller policiaco. Ése es el sello definitivo. Lo que las convierte en auténticas. Lo que ha provocado que Estados Unidos las compre, haga remakes americanos y que en muchos países se imite su estilo.

Observemos un momento sus series más populares, las que han trascendido a niveles de cultura popular: Sherlock, Black Mirror, Downton Abbey, The Crown, Doctor Who, no podrían ser más diferentes y dispares. Pero el estilo no se compra. Hay que saber llevarlo. Y hace años que Inglaterra nos lleva años de ventaja.
Pero a parte de esas producciones que han tenido más o menos trascendencia vale la pena repasar algunas que si bien no han tenido la misma repercusión no tienen nada que envidiar.
Con Happy Valley (2014-2016), por ejemplo, a Sarah Lancashire habría que hacerle un monumento por su interpretación o, como mínimo, que le dieran muchas y mejores oportunidades. Aquí se pone en la piel de una policía que se enfrenta a sus dramático pasado. Una serie de dos temporadas, con una duración razonable de seis episodios cada una, y que sabe mezclar con pasmosa facilidad el drama, el thriller y la tensión narrativa.
Paul Abbot, creador de Shameless, siguió dándole vueltas al entorno familiar con Exile (2011), mini serie de tres episodios con John Simm , Jim Broadbent y la siempre maravillosa Olivia Colman. Sobrecogedora y dramática.
Para cambiar de género, qué mejor que hablar de Vicious (2013-2016), casi una obra de teatro protagonizado por dos monstruos como Sir Ian Mckellen y Derek Jacobi, donde interpretan una pareja de ancianos que desde hace cincuenta años viven su relación lo mejor que pueden. Bien acompañados por grandes secundarios y por un guión fresco y divertido, Vicious te hace reencontrar con la buena comedia, la ternura y cómo emocionarte desde la sonrisa.
Seria injusto no hablar también de Inside Nº9 (2014), que con cinco temporadas ya, ofrece una de las propuestas más originales que hay actualmente. Capítulos auto conclusivos, de cualquier tipo de género, protagonizados por Reece Shearsmith y Steve Pemberton. Algunos más entretenidos que otros pero siempre con una propuesta original. Y además, una duración corta. ¿Qué más se puede pedir?
Si algo abunda en la televisión británica son las serie policiacas. Buen ejemplo de ello son Broadchurch (2013), con David Tennant y Olivia Colman, The Five (2016) , creada por Harlan Coben, la tensa y magnífica Luther (2010-2018), con Idris Elba y Ruth Wilson. Mención especial merece Line of Duty (2012) , sobre un departamento anticorrupción, cuyos giros continuos e interrogatorios pueden provocar que se termine más de un episodios de pie, en lugar de sentado.
Da la sensación que si existe la mínima posibilidad que la serie, alargando temporadas, se estropee, no la llevan a cabo. Si lo hacen es porque existe la posibilidad de mejorar la historia. Con Accused, una estupenda serie llena de estrellas (Sean Bean, Andy Serkis, Peter Capaldi, Christopher Eccleston, etc) tardaron dos años entre una temporada y la otra. No hay prisa.
Y claro, podríamos hablar de Misfits, de Skins, de las incorregibles Extras o Little Britain. Podríamos hablar de Fleabag o Catastrophe. De la imprescindible Utopia, que David Fincher quiso dirigirla en Estados Unidos. Y por qué no hablar de la incómoda Born to Kill.
Hablemos, pues, pero hay tesoros que merece la pena descubrir e Inglaterra está llena. Disfruten.