Florence + the Machine: High as Hope
“Agárrame por los tobillos. He estado volando demasiado tiempo” canta Florence Welch. Y no podría dibujar mejor escena para definir lo que significa High as Hope (2018), su reciente y brillante álbum.
Sucede a veces que la épica sólo se usa en reservadas ocasiones, como si sólo pudiéramos soltarnos el pelo cuatro días al año. Volvamos a levantarnos de la sillas, no nos sentemos más, y dejémonos llevar más a menudo por las cuerdas, el ritmo, el viento y toda esa magia que provoca que una canción nos hinche el pecho y sintamos algo parecido a la esperanza.
Florence Welch siempre ha sido así de intensa.
Y a no todos les gusta, no tan a menudo, y a veces sólo un poco.
Lo cierto es que los años pasan, los traumas van quedando atrás, las personas evolucionan, cambian, maduran y hasta los grandes artistas tienen que luchar contra sus demonios.
Así ha sido también para Florence Welch.
How Big, How Blue, How Beautiful (2015) es un disco inspiradísimo pero aún tenía unos últimos coletazos de rabia e indignación. Las últimas gotas de lluvia de la tormenta.
Siempre había cierta intriga para escucharla sin necesidad de ornamentos estridentes, aunque (casi) siempre funcionaran. Hacía falta que alguien le dijera que no es necesario que demuestre que tiene una voz descomunal, que tan sólo le hacía falta sincerarse y el resto, como acostumbran a decir, ya vendría solo.
High as Hope (2018) es la muestra de todo el cambio.
Las canciones se presentan más desnudas, o lo que es lo mismo, más verdaderas y sinceras. Tiene una extraordinaria capacidad para interpretar con su voz, no solo cantar, sino aportar debilidad y fuerza a la vez. Aquí nos habla de traumas, de amores rotos, de miedos personales, del miedo al futuro, con unas letras más inspiradas que nunca.
Así lo hacen los que han hecho las paces consigo mismos.
Que sean muchos años más, Florence.




